Vivimos en una zona geográfica en la que los inviernos y las condiciones son caprichosas; vías que nunca se forman, otras que aparecen por primera vez y duran apenas unas horas y otras que, a pesar de las altas temperaturas y de un anticiclón cálido que parece infinito, siguen ahí, esperando a que disfrutemos de ellas y saciemos este hambre sin límites.
Aunque a mi ya se me había pasado por la cabeza, sobre todo viendo las buenas condiciones que había por toda La Cordillera, fue Diego el me dio el chivatazo. Primero hablamos para ir juntos, pero yo trabajaba y me resultaba imposible quedar el día que él libraba. Fue con Rafa y a la vuelta me confirmó lo que los dos habíamos sospechado unos días antes. - La Directa Hielo y Dulce está perfecta tron -, me dijo.
Era una sospecha pública, ya que tanto con Fer, como con Johnny y demás enfermos del gremio, habíamos hablado a cerca de ello. Y es que nuestros cerebros bullen a la misma temperatura y piensan al mismo ritmo.
Fer solo disponía del martes y no se pudo apuntar al miércoles, que es el día que teníamos Jhonny y yo. Eso sí, se quitó la espina de La Dama Blanca, que escaló con Alberto, antes de que la señora envejeciera demasiado.
Con el ojo en el punto de mira, quedo con Johnny en Mieres sobre las cinco de la mañana. Llegamos a Torrebarrio y aparcamos junto a la iglesia. Sobre las seis y media salimos por la pista rumbo a la cara Noroeste. Vamos en playeros ya que la nieve está muy alta.
Justo antes de desviarnos para comenzar a subir hacia el pie de vía, las luces del amanecer nos sorprenden y paramos para hacer alguna foto y disfrutar del momento.
Primeras luces sobre La Babia |
Subimos por una loma despejada de nieve y nos ponemos las botas a diez minutos del cono de entrada a la vía. En ese momento aparecen tres chavales con idénticas intenciones a las nuestras. Son Piki, Xiblo y Jicho (la verdad es que no me se de memoria sus nombres de pila, pero así se nos presentan y así serán recordados).
Al pie del cono de entrada, en una buena repisa, nos colocamos los trastos y charlamos un rato. Con todo colgando y la cuerda en aros, salimos hacia arriba.
El Mos en el primer resalte. |
Vistas desde el hombro hacia Puerta de Arco y Los castillines |
Montamos una reunión y sacamos la cuerda ya que la roca de Ubiña no invita a hacer filigranas.
Johnny se encarga del primer largo. Un clavo indica el camino. A unos treinta metros encuentra una reunión y se queda en ella. El siguiente largo va completamente a la derecha y la cuerda rozaría mucho.
Echa un rato en reforzarla, ya que los dos clavos que había dejan bastante que desear...
Primer largo de roca |
Llego hasta él y salgo sin mucho preámbulo. Piki viene detrás y la reunión no es como para colgarnos muchos. Este segundo largo de roca es más fácil, de roca muy mala y protecciones cutres... Es Ubiña!
Estos largos con algo de hielo serían un lujo.
Segundo largo de roca |
Llego al hombro que hay antes del destrepe para entrar a la canal y monto reunión sobre un gran bloque. Johnny llega en un minuto y mientras se pone los crampones y yo recojo la cuerda, aprovechamos para echar un trago y disfrutar de las vistas, tanto hacia La Babia como a la misma vía: tiene una pinta espectacular.
Sección superior de la vía. Nieve dura y hielo azul... Ambientazo! |
Debido al sol de la tarde, la zona superior ha perdido ya algo de la nieve encostrada de estos días atrás, pero aún así, el aspecto es increíble.
Vemos la instalación de rápel pero destrepamos ya que la nieve esta dura y son pocos metros. Una vez en la vertical de la canal, seguimos escalando, cada uno a nuestro ritmo, sacando fotos y disfrutando de unas condiciones perfectas.
Johnny en la canal, progresando hacia el primer resalte de hielo |
La pendiente va ganando inclinación hasta llegar al primer resalte de hielo. Johnny me espera al pie y al llegar a su altura, me deja tirar delante. El hielo es de buen espesor, aunque algo estalladizo en algunas zonas. Nos sorprende, ya que hace de todo menos frío.
Hielo perfecto tras veinte días de sol y temperaturas suaves... Parece increíble!
Empezando el primer resalte |
Continuación del primer resalte |
Tras unos cinco o seis metros me paro en una repisilla para tirarle unas fotos a Johnny. Llega a mi altura y sigue unos metros más hasta otra zona de nieve. Estamos disfrutando como enanos.
Un poco más arriba, vemos lo que parece una reunión. Un clavo y algo más que no llegamos a ver. Reforzamos con otro pitón a medio meter y sacamos la cuerda. El hielo esta bastante estalladizo en algunas zonas. Para andar tirándonos cascotes el uno al otro y tener que esperarnos, mejor hacemos un largo y nos dejamos de tonterías.
Tras el primer resalte, tramo de nieve hasta la reunión |
El Mos empieza el largo y a los pocos metros ya empiezan a llegarme los primeros trozos de hielo. Ante semejante bombardeo, mejor estar atado a algo.
Mete varios tornillos largos... Esto en La Cordillera suele ser ciencia ficción.
Sobran las palabras... |
Una sucesión de pequeños techos, encostrados de nieve helada venteada por el viento, forman un gran diedro, a través del cual baja una estética linea de hielo.
La imagen es soberbia, muy estética, y nos trae sensaciones de gran pared. Se trata de un largo elegante y con un ambiente alpino increíble.
Y cuando parece que un gran desplome tapizado de nieve nos corta el camino, se abre a nuestra derecha una bonita goulotte, la guinda del paste, el final perfecto para un largo sencillamente precioso.
Goulotte final... Un regalo |
Asomar la cabeza y ver algo así es una sensación difícil de explicar. Son esos regalos que nos hace la montaña, en forma de roca perfecta, de buen hielo, de luces del amanecer... Momentos únicos.
Llego a la reunión con una sonrisa que lo dice todo. En una pequeña horcada recojo la cuerda, al sol, disfrutando de las vistas.
Unos metros por campas fáciles nos separan de la cumbre. Me apresuro a subir para sacar unas buenas fotos desde arriba. Toda la cresta cimera y las canales que caen hacia el noroeste siguen encostradas de nieve, redondas... De no ser por los valles que nos rodean y salvando las distancias, parecería que estuviéramos en el Monte Sarmiento.
Campas finales |
Una vez en la cumbre, disfrutamos de las vistas y del sol mientras comíamos unas chocolatinas. Pensamos incluso en ponernos los playeros y sacarnos fotos con los crampones puestos... Comedia ante todo! Fue una pena que la pereza nos disuadiera.
En la cumbre, con Los Fontanes y Peña Rueda al fondo... y las botas! |
Después de un rato salimos hacia abajo. Recorremos la cresta cimera en busca de la Canal Sur. Una traza enorme marca el camino, muy transitado las últimas semanas.
Arista cimera |
Ya en la cara sur, nieve inglesa (de esa que te llega por la ingle). La temperatura es muy alta y ésta se va toda velocidad.
En cuanto llegamos a los pedreros, nos ponemos los playeros, algo que los pies de Johnny agradecen.
Enlazamos con el camino que baja del Ronzón y bajamos con calma.
Comemos algo junto a la iglesia, tumbados al sol como si fuera verano, mientras charlamos sobre futuros proyectos y otros aspectos de esta adictiva afición que tenemos.
La montaña esta preciosa. Nieve, pedreros, hierba verde y flores... La primavera se acerca.
Nosotros mientras tanto, seguiremos disimulando, haciendo que no la vemos venir, como si tal cosa, jugando a buscar rincones donde el invierno se resista a marcharse, donde el hielo luche por permanecer pegado unos días más a la roca. Tendremos que madrugar mucho, caminar más lejos y estar muy pendientes de las condiciones, pero sabemos que no será en balde, que merecerá la pena. Ya sea grande o pequeño, difícil o sencillo, a nadie le amarga un dulce, y si hay que luchar y sufrir para conseguirlo, mejor sabrá.
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Los dos días siguientes, para no perder la forma, volví al Mampodre a trabajar. El Corredor Norte de La Polinosa fue de nuevo el elegido para acabar con tres semanas de anticiclón que difícilmente volveremos a ver.
Juanan y yo disfrutamos de dos buenas jornadas de montaña. Las nubes empezaron a hacer acto de presencia en la cumbre de La Polinosa y nos acompañaron todo el día siguiente en la ascensión al Pico Torres.
Buenas condiciones de nieve |
De nuevo volví a compartir El Mampodre, unas montañas a las que me une algo especial. Javi me sugirió que fuera pensando en comprar casa en Maraña... ¡Quién pudiera!
Nubes sobre la vertiente sur de La Cordillera y el Pantano del Porma |
Al día siguiente subimos al Torres, ya con unas condiciones bastante diferentes a las de estos días atrás. Día gris oscuro y nieve paposa, ideal para la exposición y venta de lubinas, chicharros y salmonetes, más que para el alpinismo. Aún así, hicimos cumbre y disfrutamos de unas luces que no se tienen todos los días en el monte.
Resalte bajo la cumbre del Pico Torres |
Luces y sombras sobre La Cordillera. Al fondo El Mampodre |
Bajamos con el tiempo justo de recoger las cosas antes de que se pusiera a llover. La suerte de los que arriesgan!
A Juanan aún le quedaba un buen viaje hasta Bilbao. Nos despedimos en Gijón y yo me fui a descansar un poco. Para rematar la semana, al día siguiente me bajé a trabajar a Gredos.
El Circo con El Almanzor en el centro |
Cambio de macizo, de paisaje, de roca... Un día fantástico en El Almanzor junto a Joao, Tosé y el resto del grupo. Una ascensión sencilla en la que, como siempre, no se puede bajar la guardia. Una clásica con un sabor alpino enorme. Yo hago cumbre con Ruí y Marta, su hija de quince años. Sin duda, algo que no olvidarán nunca.
Todo el grupo disfrutó muchísimo y reinó un compañerismo digno de admiración.
Con parte del grupo: Tiago, Rui, Marta y Felipe. |
Nos despedimos en Hoyos del Espino mientras cenamos algo en La Bodeguilla. La idea era escalar un par de días más con Raul, pero las condiciones y mi rodilla no invitaban a ello.
Sin entretenerme mucho, me fui para casa ya que el viaje es largo. Ha sido una semana intensa de escaladas y trabajo, un "no parar" al que le he cogido el gusto.
Mientras conducía de noche, pensaba en esta afición de la que hemos hecho nuestra profesión. Un oficio que nos hace estar todo el día de acá para allá, pasando mil horas en el coche, durmiendo poco y soñando despiertos. Una pasión que me mantiene vivo y hace que disfrute al máximo cada día en la montaña, ya sea por obligación o por pura devoción.