"En el límite de la tierra de los hombres, erguido en la cumbre que embrujó sus noches, el joven alpinista yergue su cuerpo y su corazón, su alma y sus sueños.
Una región de nieve y rocas se extiende ante él hasta perderse de vista, en medio del silencio y el misterio infinito."
Gaston Rébuffat

25 de abril de 2013

EL CORREDOR DEL MARQUÉS A LOS QUINCE.

Después de un invierno con grandes cantidades de nieve y mal tiempo, parece que la cosa se va asentando, y el ansiado anticiclón se queda unos días. 
Ha sido un invierno muy bueno en lo que a nieve se refiere: Las estaciones de esquí han estado a tope, los esquiadores hemos disfrutado de una nieve polvo que hacía años no teníamos, la primavera pinta muy bien... pero para los guías de montaña no ha sido así. Tanta nieve y una meteorología adversa no nos ha dado mucha opción para salir a trabajar. El riesgo de aludes ha sido elevado durante casi tres meses, lo que nos ha ido dejando en casa fin de semana tras fin de semana. A veces hemos ido al monte pese a tener un parte nefasto, aguantando el tirón unos días y saliendo por patas otras. 


Improvisando en los contrafuertes del Portillín.




















Hay días que los planes iniciales se convierten en una utopía y la improvisación y las ganas tienen que hacer el resto. Gracias a Dios, de esto último nos sobra y todo, por poco que sea, curte y enseña.

La nieve se asienta y las condiciones en Los Picos parecen buenas.
Llamo a Manolo, de Infiesto y le comento que es la semana perfecta para ir con Manuel, su hijo, al Corredor del Marqués. Manuel es un chaval de Infiesto, con un amor por la montaña heredado de su padre, digno de admirar. Apasionado del esquí de montaña, participa en muchas carreras con su amigo Carlos y hace unos días le han llamado para formar parte del Equipo Nacional de Carreras de Orientación. Son el relevo generacional que le hacía falta a nuestra región.

Como le sobra pila para un día largo, le recojo en su casa a las 05:00 de la mañana y nos vamos para Los Lagos.


Saliendo de Pandecarmen.
Aún de noche y con los esquís en la mochila salimos hacia Vegarredonda.
En una media hora estamos en la Rondiella cambiándonos los los playeros por las botas y calzándonos las tablas.

El día prometía mucho, con un amanecer completamente despejado, precioso. Desgraciadamente fue una ilusión, y llegando a La Fragua el cielo se cubre casi por completo. 

Llegando a La Fragua. El cielo lo dice todo.

Manuel está muy fuerte, con las ganas y la motivación de los 15 años, por lo que en 3 horas llegamos a pie de vía, pese a ir abriendo huella y con el día cada vez más cerrado.


Llegando a Cemba Vieya.















Bajo la Norte Directa dejamos los esquís y nos ponemos arnés, crampones y demás trastos. Pese a que la cosa pinta que no vamos a ver nada en todo el día, Manuel está muy motivado y vamos para arriba sin pensarlo. Algún rayo de sol hace que no perdamos la esperanza de disfrutar de buenas vistas desde la cumbre.


Vistas de Las Barrastrosas. 















En el corredor se vuelve a cerrar e incluso nos cae una fina nevada de vez en cuando.


Primer largo.



















Las cantidades ingentes de nieve de esta temporada hace que en cada reunión eche 15 minutos para desenterrarlas. Alguien que no sepa donde están lo pasaría realmente mal. Las paredes están completamente encostradas con una capa gruesa de nieve y hielo.


2ª reunión.

Manuel llegando a la 2ª reunión.




















Pese a los trabajos de desescombro, avanzamos rápido. La verdad que tampoco está el día para andarse con contemplaciones y Manuel sube como un tiro cada largo.
Hago la travesía y en corto salgo hasta debajo del diedro del último largo. Unos cuantos metros antes de llegar me doy cuenta que destapar la 4ª reunión va a ser imposible, así que monto una con un ancla, siempre útil en estas vías con tantas campas de nieve.


Manuel.




















Desde aquí, mirando hacia la cumbre, asumimos que no vamos a ver nada, pero pese a todo, cumbres como estas siempre tienen un sabor especial y soy de los que piensan que el monte, en estás condiciones, nos deja un sabor y unas sensaciones difíciles de olvidar.

Como cabía esperar, la última reunión no se me va a aparecer por arte de magia, así que tras otro rato de quitar nieve y picar hielo, encuentro la cadena del spit y le digo a Manuel que suba. 


Última reunión.
Manuel llegando a la cumbre.





Bajo un leve amago del sol nos abrazamos en la cumbre. Es la primera vía de invierno de Manuel y se muy bien que es algo muy especial. Me vienen recuerdos de mis inicios con los crampones y el piolet con algún año menos que Manuel... Grandes recuerdos!


Manuel y yo en la cumbre.

¿Dónde está Peña Santa?



Lógicamente no nos paramos mucho. Un bocado, un trago y para abajo.
En los consabidos cuatro rápeles bajamos. Alguna de las reuniones se han vuelto a tapar parcialmente de la nieve que cae movida por el viento.

Ambientazo.

El último rápel es siempre espectacular, un muro vertical lleno de colmillos de hielo que hacen que sea la guinda del pastel.

Último rápel.

Desgraciadamente, la niebla y la ventisca no nos van a dejar disfrutar de la esquiada, que se convierte en un descenso de supervivencia con visibilidad nula.
Irónicamente llegando a La Fragua despeja y la luz de la tarde nos recibe junto con un calor que nos reconforta. Ahora sí, disfrutamos de una buena nieve primavera hasta la vega de Los Vaos, donde nos volvemos a calzar los playeros. De repente sentimos frío y nos nieva de nuevo, algo raro estando ya tan bajos. El tiempo está completamente loco. 

Ya en el coche, rumbo a Infiesto, vamos comentando el día. Manuel me cuenta sus carreras de orientación y de esquí, hablamos de futuros proyectos y como pasa siempre con una buena charla, el tiempo pasa volando y llegamos a su casa. Su padre nos recibe con una sonrisa enorme, feliz de vernos enteros y por ver a Manuel pletórico. Sin duda ha sido un placer para todos. 

Manuel, Carlos y algún amigo más en común, son el claro ejemplo de que el relevo generacional está en camino, y creo firmemente que es nuestra responsabilidad apoyarlos en todo lo posible para que esto no decaiga. Es de agradecer que sus familias les apoyen en este camino, en el que sin duda, van a dar mucho de que hablar.